Hoy más que nunca es importante que las mujeres comprendan el valor y la necesidad de estar formadas integralmente. Es decir, que desarrollen a plenitud todas las dimensiones que conllevan a la formación humana con el fin de tener las herramientas para afrontar los retos de la actualidad; teniendo además una responsabilidad que viene desde el origen de la creación, nos referimos a la mujer como cuna de la humanidad.
Te preguntarás, ¿de qué modo? Bueno, del único y mejor modo que solamente las mujeres tenemos para serlo es engendrando a un ser, futuros hombres y mujeres que serán parte de este mundo. Los bebés sienten desde el útero todo lo que les transmite su madre, desde la felicidad más grande hasta la ansiedad más oscura.
Las herramientas de las que hablamos apuntan al desarrollo de su formación integral incluyendo su parte física y la biológica-médica. Es decir, la mujer tiene que cuidar efectivamente su forma de alimentarse, descansar lo suficiente y ejercitarse con regularidad.
Pero eso no es lo único, el ser humano no es solamente cuerpo. Es también intelecto; de ahí la importancia de desarrollar habilidades personales y profesionales que permitan tanto el autoconocimiento para fortalecer la confianza y el respeto por uno mismo, como aquellas enfocadas a las competencias requeridas para acceder al mercado laboral. Lo que hace fundamental comprender que conforme se tiene más conocimiento de la verdad se posee más libertad para tomar decisiones acertadas.
Entonces, sabemos que la formación física e intelectual son importantes pero siguen sin ser suficientes sino contamos con la formación espiritual. La cual es el núcleo, el centro, el compromiso con el sistema de valores, un área muy privada de la vida que depende de la voluntad, que es aquella que te permite, junto con el desarrollo espiritual y de la conciencia, saber elegir en cara al bien.
Encontramos también la formación en la parte afectiva, que es la integración de lo psicoemocional. Las decisiones intelectuales, lo que va con la verdad y el bien, y que a veces está bloqueado por la parte emocional. Por ende, hay que educar esa parte afectiva por estar ligada con la forma en la que nos relacionamos con los demás. Es decir, esa parte humana trascendental en la que tendemos a dar y servir. Las dimensiones social y emocional se vinculan entre sí porque la vida emocional se desarrolla principalmente a partir de las relaciones con los otros.
La persona que desarrolla esas dimensiones (física, intelectual, espiritual, social/emocional) logra mirar un futuro con mucha más esperanza al mejorar su efectividad en todos los ámbitos. Al hacerlo, la persona crece, cambia, mejora y logra tener un desarrollo adecuado tanto en lo individual como en lo colectivo.
Es por eso que, en caso de que se hayan tomado decisiones que no fueron del todo las correctas, siempre se estará a tiempo de retomar el rumbo por el camino de la formación integral que fue desarrollada en su momento. No se puede cambiar el pasado, pero siempre se puede construir un mejor futuro.
VIFAC, a través del modelo de atención integral con el que cuenta, justamente ofrece el desarrollo de estas dimensiones. Desde el lado físico al ofrecer una alimentación de alto contenido nutricional y atención médica durante el embarazo; desde el lado intelectual al dar la posibilidad de concluir los estudios de secundaria y/o bachillerato, así como talleres de capacitación para el trabajo con el propósito de que al salir de la asociación, puedan mejorar su calidad de vida y la de sus hijos(as); también para las dimensiones espiritual y social/emocional, brinda a través de la atención psicológica y el acompañamiento y consultoría personalizada, las herramientas para que las mujeres embarazadas que asistimos, tengan una estabilidad emocional y diseñen y trabajen en su propio proyecto de vida, mejorando así en todos sus aspectos a nivel personal y en el cuidado de sus hijos(as).
En VIFAC buscamos la manera de formar y/o fortalecer las dimensiones de la persona humana a través de nuestros programas y servicios, para que éstas restituyan el autoconcepto, la identidad, el carácter, la confianza en sí mismas, la capacidad de organización, planeación y proyección, el control de sus emociones, el reconocimiento de sus oportunidades y la precisión en sus decisiones. Todo ello pensado en su sanación interior y crecimiento personal.
En VIFAC lo que más nos importa, ¡eres tú!