¿Cómo encontré a mis papás?

Publicado por: Vifac 19 de julio, 2022

Por: Pedro Merino Govela

Hola queridísimos asiduos lectores de este blog. 

Como explico en mi libro “Cómo me encontré con mis papás. Un libro para padres de crianza y sus hijos” para mi esposa y para mí, haber adoptado a nuestro hijo fue un parteaguas en nuestro proceso de crecimiento personal y familiar que comenzó muchos años antes de su llegada. Los dos somos psicoterapeutas y mantenemos una bonita amistad con varios colegas. Todo eso nos permitió afrontar el tema de la adopción desde una perspectiva muy bien informada y con un muy puntual acompañamiento. Por eso mi intención es que estas letras provoquen en ti y en tu familia un profundo flujo de amor incondicional.

Hoy relato el primer capítulo de nuestra historia familiar, me quiero remontar al período previo a la llegada de nuestro hijo. 

Antes de comenzar te quiero decir que todo esto te lo escribo desde el corazón con gran ilusión, esperando que se encienda en ti la flama del amor incondicional que hace evolucionar al mundo. 

Al poco de casados tanto ella como yo sufrimos la embestida emocional que supone el no poder tener hijos. Para ella fue muy difícil puesto que el impedimento biológico obedecía a una situación que, aún siendo de los dos -porque las parejas compartimos todo- se manifestaba en su cuerpo. Al igual que muchas de las increíbles familias que conocimos en nuestro camino hacia la adopción, pasamos más de una noche sintiéndonos devastados, con los ojos llenos de lágrimas porque no llegaban los hijos. 

La primera reflexión que quiero compartir es precisamente la idea de que todo lo que pasa en la familia obedece a una dinámica que compete a todos los miembros. Lo explico de esta manera, así como cuando nosotros nos enfermamos del hígado no decimos “mi hígado está enfermo” sino que decimos “estoy enfermo del hígado”, es decir, cuando tenemos una enfermedad visualizamos toda nuestra persona enferma, porque es toda nuestra persona la que sufre los efectos de la enfermedad, aún cuando esté focalizada en el hígado, exactamente así somos las familias.

En las familias hay síntomas que se manifiestan en algunos de los miembros, pero eso no quiere decir que el problema únicamente sea de esa persona, ni eso nos da el derecho a los padres de imponer o demandar que la situación se arregle sólo en esa persona. Toda situación de un miembro de la familia es responsabilidad de toda la familia. Por eso me llama la atención que muchas mamás y papás, cuando sus hijos “no van bien” buscan por todos los medios “arreglar a sus hijos” llevándolos con todo tipo de especialistas como si el problema sólo sea de sus hijos, sin revisarse también con el mismo empeño a ellos mismos,   

Cuando mi esposa manifestó la incapacidad de concebir, yo entendí -en ese momento intuitivamente- que no era sólo su problema o su responsabilidad y que no podía deslindarme o echárselo en cara, siempre supe que era un asunto familiar y así lo tomé, por eso desde el primer momento comencé a buscar en mi interior ¿Qué tenía yo por lo que los hijos no llegaban? 

Quiero decirte que descubrí muchísimo. Una de las cosas que aprendí es que el dolor es parte de la vida, llega en los momentos menos esperado y de maneras que no nos imaginamos, en mi caso nunca pensé que en mi vida me enfrentaría a una situación como esa, pero allí estábamos con complicaciones para concebir. El dolor se convierte en sufrimiento cuando nos negamos a aceptar la realidad y nos frustramos por situaciones que están fuera de nuestro alcance. En ocasiones queremos controlar aquello que está más allá de nuestras manos y eso nos causa frustración y sufrimiento. 

Si la vida no me hubiera mostrado esa dificultad o si yo no hubiera tenido el valor de mirar hacia mi interior y me hubiera quejado contra Dios o contra mi esposa, probablemente hoy seguiría frustrado y  sería un hombre reactivo e intolerante. ¿Lo ves? Tiene enormes ventajas comprender que el dolor es un mensajero privilegiado que sólo aparece en nuestra vida para darnos magníficas lecciones.

De ahora en adelante te animo a adoptar estas dos ideas que tendrán para tí enormes beneficios. 

  1. Lo que sucede en un miembro de la familia (lo que sea por doloroso que resulte) es tan sólo un síntoma de una “enfermedad” de toda la familia y no sólo de ese miembro, 
  2. Cuando nos visite el dolor, no lo rechacemos sino que veámoslo como un mensajero que nos envía una gran lección escrita en un código que todavía no comprendemos por lo que será necesario un profundo trabajo interior para descubrir ese código en nuestro corazón.

Como te digo, el dolor de no poder concebir nos dio una gran lección que aplico en todos los aspectos de mi vida, ahora cada vez que quiero algo que se escapa de mi control simplemente me relajo y comienzo a revisar en mi interior y me pregunto ¿Cómo puedo aceptar con el corazón que las cosas son como son y no como me gustaría que fueran? En ocasiones la respuesta tarda en llegar, probablemente porque mi alma necesita experimentar todo el dolor que la experiencia trae consigo, en otras ocasiones llega más rápido. Te lo aseguro, si no pierdes el enfoque, si no te quejas y si no responsabilizas a los demás de lo que te sucede, si asumes como tuyo tu propio dolor, la respuesta llegará. Confía porque siempre llega la respuesta.

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